Este es mi regalo, para que quede escrito. Y antes de continuar, te doy las gracias por tu regalo, por esa ofrenda que has hecho a los Apus pensando en mí.
¿Quién iba a decir -cuando teníamos 5 años- que nos veríamos en el 2016, después de un tiempo estando en diferentes países, para poder trabajar en las comunidades amazónicas? Si hubieran preguntado a nuestras madres en aquella época, dirían que eso era imposible. Y mucho más, estudiando en un colegio de monjas, donde se supone es un lugar para educar en la parsimonia y la serenidad. Un viaje a la selva no es asunto de señoritas, a no ser que se trate de misioneras, claro… Tal vez algo de las misiones llevamos dentro, de alguna forma. Con algún tipo de expresión personal, por supuesto. Sobre todo cuando en EGB Forever, comentan lo mucho que nos influyó Sor Manuela and company. Quiero decirte que fue un placer compartir el viaje a la comunidad y el trabajo contigo, y no me refiero solo al hecho de que por fin ya no era la única ‘gringuita’ vasca sin conexión celular en mitad del Amazonas (aunque reconozco que cierto alivio sí me causó poder compartir apodo de ‘gringuita’ por nuestros muy queridos sargentanos).
Fue un placer poder compartir la visión de entrega y crecimiento. Fue un placer ‘pescar’ las medicinas que muy amablemente nos dieron en la posta del centro urbano, para que pudieras tratar a la comunidad. Y digo ‘pescar’ porque aquello fue una pesca en toda regla: en una hora tú con el enfermero y técnico, y yo con el gerente y el otro enfermero, estábamos armando una enorme caja de cartón con un montón de medicinas para poder ayudar en la comunidad. Hasta algodón y pruebas de malaria llevamos (menos mal que dio negativo la prueba de extracción de gota gruesa). Y muchas gracias por ser enfermera (aunque sé que lo tuyo son los partos tradicionales… Tranquila, acá una empresaria de productos naturales escribiendo pero con lo propio, de psicóloga). Al final va a resultar que tú puedes ser enfermera y matrona tradicional y yo empresaria y psicóloga… Se puede combinar, ¿cierto? Seguro recuerdas ese terrible absceso que trataste, entre más asuntos médicos. Pues bien, en el último viaje pude ver que está curado completamente, igual que Rakel, que se siente muy bien -y de la misma forma se sienten mejor- tanto los adultos como el resto de los niños. Sé que no te dio tiempo a tratar todo lo que querías, porque había que volver por el río al otro sitio y la noche se iba a echar encima pero, esta última vez que fui, puede ver la mejora en salud y escuchar agradecimientos.
Nos hemos movido juntas entre plantones reforestados, casetas para secado de plantas, casetas de abono orgánico, planes de manejo, titulaciones territoriales, ideas de las autoridades, enfermedades, talleres psicológicos, pinturas, consultas de enfermería, evaluaciones ambientales, juanes a un sol, mujeres que se organizan para trabajar de forma autónoma, niños que empiezan a decir “vale” (expresión foránea al 100%), hombres que se organizan para cambiar la forma de trabajo (con todo lo que supone cambiar), ríos de noche alumbrando con linterna (para no chocar la deslizadora con troncos, hasta los remos hemos tenido que sacar por bajo caudal), mosquitos, maduros sancochados, mucho-muchísimo calor, conversaciones del equipo, asambleas, pero sobre todo; nos hemos movido por relaciones humanas llenas de afecto, y tan intensas e impactantes que se quedan dentro para siempre y ahí perduran en el corazón.
Las comunidades te agradecen mucho el trabajo, el estar con ellos y el ser como eres. Ya sabes, quieren que regreses. Ya sabes que hablaremos para organizar un nuevo viaje juntas. En el último viaje que hice, te podrás imaginar que al toque me preguntaron por la ‘gringuita’ amiga Ana. De hecho, Hamilton, me pidió que te trasladara que le lleves un chupete de maracuyá, apenas supo sobre tu foto de “se venden chupetes de maracuyá”. Por último, ya sabes cómo funciona esto: no es el chupetín de maracuyá lo que extrañan, es a la persona (ventajas de basar el proyecto en psicoanálisis, que posibilita una lectura diferente del discurso). Y aunque lo parezca, no estoy haciendo uso del chupetín ni de este artículo para recordarte a nivel afectivo tu vivencia allá, y con esto lograr que el deseo de la comunidad, el tuyo y el mío converjan para otro encuentro como enfermera allá. No, es tu imaginación la que te hace pensar esto. Yo solo escribo con el corazón lo que probablemente también siente el tuyo: agradecimiento. Agradecimiento a ti. Agradecimiento a ellos; por quiénes son, por cómo son, por cómo nos han hecho sentir.
La paradoja de estos proyectos vistos desde fuera es que se supone que de alguna forma reciben los otros… Pero solo quien viaja, vive y sabe que es un intercambio real que se da y que se recibe, sabe que esto no es solo trabajo, es afecto, y es afecto del sano, del curativo, del que se impregna, del que te hace crecer y del que te posibilita ser de otra forma. Compartir ‘esto’ contigo, queda en mi recuerdo, en el tuyo, en el del equipo, y en el de ellos. Ya cambiaron las historias. Quedaron las experiencias asentando nuevas y diferentes vivencias del ser. Me dijiste hace unos días “tienes una gran corazón”; ¿sabes qué? Tú tienes un gran corazón. Amiga-hermana, un honor ser tu amiga-hermana. Hasta la próxima experiencia. Abrazos, recuerdos. ¡Laster arte, muxu, zaindu eta ondo izan!

Irma González
Nací en País Vasco rodeada de montes y praderas verdes. Soy psicóloga y empresaria y resido en Perú como Gerente General de INKANAT. He realizado charlas sobre aspectos asociados al biocomercio, al área empresarial y a la difusión de la sociobiodiversidad en diferentes organismos: MINAG de Iquitos, Universidad Agraria, Ricardo Palma, y contribuye a la generación de alianzas con instituciones para promover la ética en el comercio de la biodiversidad y la difusión de los recursos naturales del Perú. Trabajo directamente con comunidades aplicando el modelo be trade, modelo de intervención psicológico creado en INKANAT para el trabajo directo con los nativos y que compromete tres ejes: ambiental, comercial y psicológico.