Martes, 22 Marzo 2016 00:00

Las joyas del Pacífico

Escrito por

Podría decirse que los artistas que trabajan el oro y la plata, prolongan la tradición de los artesanos precolombinos. Su talento con los metales, solo podría ser comparado con la abundancia de minerales y piedras semipreciosas de los Andes.

Una tradición. Un sentimiento expresado en herencia manual. No olvidemos que los mejores metalurgistas y orfebres representaron su universo -que en definitiva es el nuestro- con singulares figuras que decoraban lo fastuoso  (por cierto, su arte no deja serlo). También es alentador ver cómo antiguas técnicas para transformar el metal en piezas de uso, continúan utilizándose. Los españoles lo supieron desde el tiempo de la conquista, cuando se deleitaron con el material fundido, depositado en moldes de arcilla cuyo interior se cubría de cera, más los detalles del decorado que era logrado solo con la delicadeza del calado y cincelado. Con esa pasión del artesano peruano tan pero tan pura, como la materia prima con la que trabajan la joyería. Aquella que no puede reproducirse ni por la máquina más eficiente del mundo. 

Entendiendo ello, los hermanos Omar y Freddy Morales, emprendieron Brillos Perú. Una empresa que de forma destacada representa a la joyería peruana, por sus llamativos modelos elaborados tanto en oro como en plata que cumplen procesos artesanales, de finos acabados que están alineados a mercados de la moda influyentes como España, Alemania e Italia. Asimismo, a pesar de fundar la marca a inicios del 2000, la experiencia de los Morales en dicha industria se remontaba a años anteriores: a los 90’s en específico. Lo que apunta a pensar que el desarrollo de su recurso humano, está ligado a la dedicación y plus artístico con la que forjan los metales preciosos. Señalan además, que el punto de quiebre en su negocio fue ir adaptándose, renovándose según las tendencias. Cuentan con áreas de cuentas, producción y ventas que les permiten trazar y efectuar sus metas con los más altos estándares de calidad. ¿Y cómo lo logran? Pues con lo debido. Trabajan con tres proveedores a los que periódicamente les realizan evaluaciones, siendo el respaldo metalúrgico uno de los más vitales, aparte de refinación sujeta a las normas técnicas internacionales de la joyería. 

En la última década, hemos sido testigos del crecimiento del mercado. Una mayor inversión como reflejo al incremento del poder adquisitivo, o en su defecto, más bienes de lujo para la gente: “La joya, al  no ser un bien necesario, se ubica en un mercado muy sensible a la inflación, a los cambios políticos. Donde la elecciones presidenciales, por ejemplo, se presentan como negativas ya que la expectativa juega siempre en contra”  me comenta Omar. En lo que a producción respecta, los encargados -al ser sumamente cuidadosos con sus reacciones químicas- cuentan, sí o sí, con un perfil meticuloso. Su dedicación es exclusiva. Son especialistas, y también artistas. Su sensibilidad es única y no cualquiera puede hacer su labor. Del mismo modo, aquello que producen está catalogado en diversos tipos, y se adecúan a cómo se presenten las tendencias en plata y oro, con identificados picos de demanda en fechas como el Día de la Madre y Navidad, a lo que Morales añade: “Diciembre es una época donde se pide mucha sortija de compromiso, tal vez porque es el mes de los aguinaldos. Últimamente la tendencia son los aretes para bebe; un buen nicho que no está tan explotado”. 

Como expresé líneas arriba, Brillos Perú se esmera en cumplir con los exigentes estándares internacionales para obtener órdenes de producción y despacho de acuerdo a la ficha técnica de cada cliente. Pero la informalidad y mala práctica de algunas marcas, podrían opacar la confianza del cliente y también del comprador, sobre todo cuando de materia prima se trata, debido a que el porcentaje de aleación que utilizan es mayor, haciendo de su costo/producto y de la mano de obra en sí, menor. Resultado: menos calidad, menos credulidad. Sin embargo, el público y clientes no relacionan a Brillos Perú con tal desprestigio. Su dedicación puesta en joyas hechas a mano, transforma simples piezas y las blinda de pasión, calidad y moda. Necesitamos más ejemplos como éste: educados en buenas prácticas; en formalismo útil. Somos un país orfebre, no lo olvidemos nunca… Somos artesanos. Si ya heredamos esta tradición, hagámosla crecer con ambición. Dejemos de vernos como ‘diamante en bruto’, como el famoso mendigo sentado eternamente en un banco de oro. Pulámonos. Y saquémosle brillo a lo que nos apasiona. Imitemos a los artesanos joyeros. 

Fantoche

Ayacucho. 1977. Bachiller de secundaria. Veo la hora desde los dos años, y la digo desde los tres. Fui Andrés Avelino Cáceres en mi vida anterior. Introvertido por convicción, extrovertido por decisión. Soy un vendedor de humo que siempre se ganó los frejoles redactando spams. Estudié sociología pero me alucino psicólogo, por eso desde mi rincón, vengo a escribirles mi diagnóstico de todo lo que veo y escucho.