La gobernabilidad personal proviene de ganarte a ti mismo.
Ultraderechista. Centroizquierdista. Neoliberal. Conservador. Cínico. Puritano. Roba pero hace obra. No importa cómo, los rótulos en la política son la sombra que acompaña a los candidatos, a la luz de lo imprescindible que se debe comunicar al ciudadano, al votante común y silvestre, precisamente ahora, en la recta final de una campaña: alegres rostros con sonrisas de Photoshop, impresos a millares en carteles de vía pública e ‘ingeniosos’ eslóganes, los cuales de forma forzada, conjugan el apellido o apodo del aspirante con alguna promesa real o inventada de buena fe. Antes de seguir la cháchara, queremos aclarar con resaltador amarillo, que este portal no desea influenciar en su voto del próximo 5 de octubre. Para nada, olvídelo. No tenemos afanes de analistas ni mucho menos de conductores de noticiero, si anda en búsqueda de la última encuesta de intención de voto, por las puras es. Encuéntrela en otros medios o en los mensajes en clave que arrojarán (por prohibición de revelar datos) las redes sociales en los siguientes días. La índole de Promoviéndote Perú es ver lo positivo, así tengamos que desterrarlo del hoyo más profundo. Empecemos entonces con lo que nos concierne: ¿Qué nos podría dejar esta campaña?
En primer lugar, el escenario electoral no es más el mismo, los vecinos que tenían ‘presencia’ en las caravanas, mítines o actividades al aire libre, y que eran de la comitiva fiel que atenta prendía el oído a los parlantes para escuchar la voz del líder, del mesías que encaminaría la colmada fila de necesidades del pueblo, se ha vuelto inevitablemente más ‘mosca’. Considerando además a la tribuna para quienes no eran tan fanáticos y que querían recibir el mensaje bien masticadito (con pegajosos jingles o sin ellos)… ¡Y que PLUM! Por arte de magia aparecía la tele: la solución a vista y paciencia del zapping sin control remoto (no siempre hubo). Los Avisos Políticos Contratados ridículos y con populismo extremo, tranquilamente podían pasar piola antes, pero en la actualidad no hay hecho o mensaje mal dado que un bendito meme no ironice en tiempo récord. Vale decir que la comunicación online se ha integrado como un elemento más, transformando el propio modo de comunicar. Partimos de la base de que las redes sociales han supuesto para los partidos un espacio de visibilidad, comunicación y movilización, emergiendo así, una nueva plataforma donde se crea y se fija la opinión pública, unas redes que conviven con la televisión y que se convierten en la referencia de lo inmediato, consumible y viralizado. No obstante, esto no tiene la relevancia que quisiéramos, pues la realidad del país no es la de Internet, tanto como la realidad de Lima no es la del Perú.
Volviendo a este siglo, una serie de artículos de especialistas han señalado que esta campaña municipal se ha caracterizado por su mediocridad y falta de sorpresa, cuando la verdad es que el marco ha estado bastante polarizado entre los seguidores del virtual ganador (el favorito según Ipsos, Datum y otras encuestadoras que brindan sus flash a las 4p.m.), los antivotos (por afiliación partidaria o antipatía) y los que votan por el ‘mal menor’; por el que va primero o segundo en las encuestas para no ‘desperdiciar’ su esperanza depositada en el ánfora. Lo cierto es que el voto oculto existe, y siempre ha existido para utopía y consuelo (y consumo) de quienes ni figuran en las mentes de los votantes. “Creemos que la verdadera encuesta la darán los vecinos este domingo. Seremos la sorpresa. Seremos el outsider”. Esta cita textual se repite en enésimas ocasiones. Justamente el Debate Electoral del domingo organizado por el JNE (Jurado Nacional de Elecciones), trajo a la pantalla chica a los trece candidatos a la Alcaldía de Lima, quienes se quitaban los ojos lanzándose ataques con pocas propuestas, con respuestas incompletas y de doble sentido, teniendo a discursos dignos de ser parodiados por un programa cómico sabatino. Centrémonos a una particularidad: ¿Por qué se amparan en ser el outsider? El autodenominarse algo, resulta tan grave como las acusaciones dadas por malversaciones, ¿y por qué a tal extremo? Por la simple razón que no podemos estar ninguneando el término, o mejor dicho, generalizándolo (¡cómo puede ser esto posible!). Pero no, exageramos; de gravedad tampoco-tampoco es. En teoría su apropiación es aplicable a personajes no inmersos en política, que nunca han estado ni directa ni indirectamente en ella. En teoría, claro.
La voluntad es propia y no ajena, hay que respetar las posturas e ideologías de cada quien, sin transgredir las libertades de elección. Por otro lado, si de debatir se trata (como acentuábamos líneas arriba) la totalidad de invitados tiende a jugar a ser el outsider, debido a que siempre es conveniente portar el cartel de sorpresa ante la opinión pública, lo que no garantiza un triunfo en las urnas pero sí en las hojas de vida de los postulantes de cara al futuro. Juegan a ese rol porque no pierden nada (aparte de la inversión proveniente de financistas externos) y ganan mucho, mucho en las consideraciones de los votantes. ¿Cuántos de ellos realmente tienen posibilidades de ganar? La respuesta la inferimos, sin embargo, como sabemos, los candidatos no juegan a ganar sino a participar. “Lo importante es participar”. ¡Pero por supuesto que sí! ¡Avivemos entonces al candidato que vive en nosotros! Que cada bailecito y baño popular de los que se ‘inmolaron’ no hayan sido gratuitos, que los enérgicos discursos de la decena de competidores con minúsculas probabilidades de alcanzar el sillón municipal, nos enciendan ese espíritu democrático en reposo de no sentirnos menos que nadie. Porque la vida como en la política, no hay cifras que te condenen al fracaso, el favoritismo se gana en la cancha y si no se alcanza a la primera, tal vez el momento para triunfar sea en una ‘siguiente elección’. Aprendamos de los procesos que no son revocables, somos outsider en potencia. Simbolicen en su mente lo que más anhelan y márquenlo con convicción. Ninguna contienda es en vano.

Promoviéndote Perú
En el comienzo, allá por el año 2006, Promoviéndote Perú era una de esas ideas positivas que concebimos cotidianamente, de esas que mayormente no logramos madurar por dejarlas pasar. En aquella ocasión, la intención fue cultivar la esperanza de convertirnos en el mejor intermediario entre los hacedores y el éxito, como el verdadero medio difusor del emprendimiento en la población.