Jueves, 18 Septiembre 2014 00:00

Beatriz Ontaneda, una mujer fantásticamente realista

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Beatriz Ontaneda, una mujer fantásticamente realista Beatriz Ontaneda, escritora y docente.

Tras vaivenes que tomó el coordinar la entrevista… Debo decir que me quedó corto, cortísimo el tiempo del encuentro en la cafetería, que para tal oportunidad hizo de punto de encuentro. Dos expresos no alcanzaron. Y es que hablar con la escritora Beatriz Ontaneda se pasa al toque, volando como las ideas que ella, de forma franca y frontal, logra plasmar en sus libros con temas siempre revolucionarios y sinceros. Aquí nos cuenta un poco sobre sus inicios, la concepción de sus obras y lo que piensa de la vocación del escritor:

¿Cómo empezó tu relación con las letras, con la literatura?

En mis padres pude ver el gusto por la literatura, eran apasionados lectores. Gracias a ellos pude tener acceso en mi infancia a libros y autores como: Las Aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain, Mujercitas (o Little Women, en inglés) de Louisa May Alcott, Fausto de Johann von Goethe, o las de Jorge Isaacs y otras más igual de influenciables. Más adelante, en la universidad, le di más duro a los libros de género con las obras de Anaïs Nin, así como con los diarios de Ana Frank, sin dejar de lado a Franz Kafka, Hermann Hesse y otros grandes exponentes del existencialismo.

En cuanto a hallar tu propia voz, la descubres con el tiempo y la práctica, no hay otra manera. Todo está en leer y escribir, vas a meter la pata pero no importa, es parte del proceso.

¿Cuándo te diste cuenta que podías ser escritora?

Mira con la lectura quedé fascinada desde el colegio. Recuerdo que cuando dejaban de asignación escribir un diario, mis compañeros siempre esperaban ansiosos por escuchar mis escritos, había un deleite al escucharme. Creo que ahí crucé la delgada línea que separa al lector del escritor. Naturalmente hubo etapas de vacíos en la escritura, la mía fue en la universidad, allí solo leía. Cuando terminé la universidad, me desvié a cosas del teatro y la psicología, y luego me casé y tuve a mi hija. La escritura es como un hijo, te demanda espacio, además es celosa, porque como dice Virginia Woolf, necesitas tener una habitación propia u algo propio para envolverte en una burbuja donde lo demás no existe, con el fin de estar conectado contigo mismo, con tu imaginación.

¿Cómo así entraste laboralmente a escribir?

Durante mucho a la literatura lo veía como algo del colegio. Hasta que un día una amiga del colegio, que conocía mis afanes literarios, me reclutó para pertenecer a la revista La Tortuga, que fue (a finales de los 80’s) una revista femenina/feminista de la cual tengo gratos recuerdos. Hacíamos análisis de las publicidades de cervezas u otras que eran sexistas, poníamos todo un rollo, una controversia, entrevistábamos a hombres y les preguntábamos cosas picantes. Era bien divertido, ah. Estando allí mejoré bastante mi redacción. De ahí entré al diario Página Libre (comienzo de los 90’s) donde entré más a lo del periodismo, después vino lo de Somos y El Peruano con mis columnas de opinión, tocaba temas de mujeres. Creé a alguien tipo la Dra. Corazón, quien entre comillas hablaba mal de los hombres. Para entrar en personaje, me pinté el cabello de rubio y trabajé en lo que titulé “Soy una rubia al pomo y qué”, que después se convirtió en libro, era una recopilación de crónicas en tono desenfadado de temas de género y sociales. Antes no encontrabas. Ninguna mujer se atrevía a escribir de tales temas, ahora con el Internet, hasta por gusto encuentras.

¿A partir de qué momento dejaste de escribir sobre mujeres?

He sido muy directa toda la vida. He escrito de los hombres, de las mujeres, sobre el orgasmo… Hasta que una vez sentí que me pusieron una barrera, pero no porque no les agrade que escribiera sobre esa trama, sino porque cambiaron de editor y él trajo a su gente, colocando a otra chica ahí. Entonces, ni modo… Adaptarse o morir como dicen. En ese tiempo conocí a Rose Marie Paz Wells, la hermana de Sixto (el conocido ufólogo), ella me prendió el bichito del misterio, me contaba acerca de una serie de conspiraciones y cosas con argumentos, era bastante lógica y racional. A partir de ahí, bueno, cambié de giro hacia lo paranormal, y empecé a escribir sobre ello.

A mí siempre me ha gustado hacer lo que los demás no. Tengo un espíritu contradictorio. Es como abrir puertas para que los demás entren. No le encuentro sentido a escribir lo que el resto escribe.

¿Y qué más le sacaste a lo misterioso?

Un amigo editor de la universidad, me pidió escribir un libro que trate de los evangelios apócrifos. Él bien mosca, sabía que tenía bastante información. Mi amiga Rose Marie, quien era investigadora, me dejó su background informático. Entonces escribí “Jesús no autorizado”, que fue como a pedido. Lo presenté en el Centro Cultural España, se llenó a rabiar y coincidió con que el amigo de una tía, que estaba de paso por Lima, vio el libro y le gustó. Para mi suerte era editor, hizo que el libro se publique en España con el nombre de “Jesús según los apócrifos”, en una súper edición corregida y aumentada, hasta con imágenes.

Tiempo después, la National Geographic me piratea el libro, porque sacaron unos fascículos con todo lo mío y que venían con Perú 21. Habían puesto mi nombre como una investigadora más y no como la autora. Consulté con mi abogado pero no prosperó. Me deprimí terriblemente.

En fin. No creo en el catolicismo a ultranza pero sí en las enseñanzas de Jesús. Pienso que está bien que se vea el lado humano de alguien tan trascendental. En el 2000, nadie en Lima podía concebir la idea de tocar este tema, pues inmediatamente eras considerado un hereje, un satánico… La gente se persignaba, uy, era así. ¡Hasta que una vez me llamó Sofocleto! (el recordado poeta y humorista, Luis Felipe Angell) y me felicitó. Estaba maravillada por el gesto, incluso me invitó a conversar ya que antes no se había escrito sobre ello.

¿Y cómo continuaste luego de este episodio incómodo?

Con mi amiga Rose Marie inicié el proyecto de la trilogía de novela, lamentablemente en el trayecto ella murió, dejándome sola. Para que “El fantástico viaje de Hellen Haiff” esté listo me tomó cinco años, en dicho lapso pude armar el rompecabezas del compilado que había juntado con mi socia.  Durante la Feria Internacional del Libro (FIL Lima 2014) presenté “Las colonias de poseidonis”, que es la segunda parte de la saga. La tercera, la cual aún no tiene nombre, también la presentaré este año pero en la Feria del Libro Ricardo Palma que va entre octubre y noviembre. Al ser un manuscrito grueso, la Editorial Casatomada me recomendó dividirlo en tres partes. Es una novela que mezcla parte de la historia con la ficción; la catalogaría como de fantasía realista.

Algunos dicen que no se puede enseñar a escribir, ¿tú qué piensas?

Sí se pude, o sea se dan técnicas. Aun recuerdo cuando unos amigos míos, profesores de lengua y literatura, me corregían. En cuanto a hallar tu propia voz, la descubres con el tiempo y la práctica, no hay otra manera. Todo está en leer y escribir, vas a meter la pata pero no importa, es parte del proceso. Por ejemplo, yo ya sé cómo escribo. Soy coloquial, me gusta escribir sencillo para llegar directo a los lectores, claro, siempre manteniendo respeto por las normas gramaticales.

Una pregunta que se hace a muchos escritores: ¿Por qué escribes?

Escribir todos mis libros ha sido un placer tremendo. Los he corregido cuchucientas veces pero he disfrutado haciéndolo. La serotonina o las feromonas, algo pasa por mi torrente sanguíneo que no sé… Debe ser por eso que escribo. A mí siempre me ha gustado hacer lo que los demás no. Tengo un espíritu contradictorio. Es como abrir puertas para que los demás entren. No le encuentro sentido a escribir lo que el resto escribe. Y si suena egocéntrico, ¡correcto! Entonces soy egocéntrica.

¿Qué es lo que viene ahora, abrir otras puertas?

No tengo ni la menor idea. Es el vacío que tiene todo artista después de haber creado. Tengo unas ideas pero no las diré hasta que se completen.

Finalmente, qué podrías decirles a las personas que no saben cómo comenzar y tienen la página en blanco…

¡Es terrorífico! Lo he sentido miles de veces… Es el terror, es estar frente a uno mismo desnudo, frente a sí mismo sin intermediario alguno. Pero ya, les diría que no se exijan demasiado, que de manera humilde vayan sumando y creciendo en base a la disciplina. Hay que dejar que la lava salga del volcán, después el camino se esculpe. Como dice Picasso, que la inspiración te encuentre trabajando. La musa existe pero te tiene que encontrar calentando asiento, deprimiéndote en la página en blanco. 

Faustino Amador

Nací el 2010 en un país patagónico. Contrario a lo que parezca, soy un adulto hecho pero eso sí, nada derecho. A la mujer caderona no la cambio ni por ganarme la Tinka. Nunca terminé nada, soy el eterno estudiante que prefiere analizar antes de memorizar. Constantemente viajo por el mundo, luego me caigo de la cama y aterrizo. Si sé de un tema lo estiro y si no lo sé, lo invento. Voy por la vida debatiendo con los wannabe. Tengo un búho tatuado en la espalda pero, si se trata de entrevistar o escribir, más me acomoda ser un vampiro: succiono tu sangre; tu alma; tu esencia; la suficiente para alimentar el texto que se me antoje.