Viernes, 08 Abril 2016 00:00

Sabor y picor

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“Más peruano que la papa”. Hemos crecido escuchando este popular dicho de identidad. El clamor del pueblo -de los de arriba y de los de abajo- es manifestado, a viva voz, por el lenguaje, por los códigos tácitos de entendimiento entre el uno y el otro.

En un país donde las pasiones y los pasatiempos son los medidores del país, valdría preguntarse: ¿Qué sucede cuando el protagonista de este es la comida? Y la respuesta es lógica… Hasta las jergas se vuelven comestibles. No es para menos. Las paltas, las yucas, los arroces con mango, las papas mezcladas con camotes, los caucaus y también los sancochados, se sirven en un exquisito y consistente plato de siete, e incluso más colores, de un Perú sabroso… Sabrosísimo por donde se le pruebe, ¿o me equivoco, causa? Sin la lengua no podríamos hablar, así como tampoco podríamos degustar. ¿Qué podemos hacer? Nada. ¡Estamos condenados a comer rico! Porque el habla y el placer de comer, sin dudas, tienen un pacto infinito. Esto no sería posible sin la sazón y el corazón de millones de cocineros. De la cocina, lo difícil es que cada cocinero tiene un paladar distinto. Es por ello que Joan del Carpio (creatividad), madre de Alfredo (ventas) y Lizbeth Salazar (desarrolladora de sabores), crearon PERÚAJÍSIMA (salsa de ají) e IDILIO (bases para cocina), ambas, marcas de DELINKATESSEN GOURMET. Denominación que proviene de un juego de palabras, alusivas al delicatessen (alimentos exclusivos); una mezcla de dicho término con el de origen peruano (por el ‘INKA’). Oferta de gusto familiar, con la importante colaboración en la parte comercial de Miguel Dávila. Sazón, color, textura, a veces dolor (por los cortes) y otras sacrificio (trabajar en días festivos); son los ingredientes del buen cocinero. Son sentimientos mezclados en un bol de acero. Sus salsas de ají y bases de cocinas no pretenden dar el mensaje de “ponle esto y ya no hagas nada”, sino “ponle esto, pero tú le das el toque final al plato”.

LOS INICIOS

A raíz de un familiar viviendo en Carolina del Norte, Estados Unidos, los Salazar del Carpio empezaron a recibir comentarios de la agencia de encomiendas extranjera (sitio donde el familiar recibía sus pedidos), en la que comparaban al ají peruano con el ají mexicano. Entonces, en una reacción de coraje y chauvinismo, les mandaron 8 tipos de ají. ¿El resultado? Estuvieron encantados con el sabor. Nunca más volvieron comparar. Vieron la oportunidad de los ajíes, trabajando posteriormente para dichas salsas duren. Cocina semi industrial de 2 hornillas, licuadora, coladores, ollas de casa y bastante higiene… Estos, fueron los implementos con los que emprendieron su proyecto gastronómico. Además del buen criterio, intuición y perseverancia como sazonadores de su oportunidad. En el 2011 con PERUAJÍSIMA ganaron el 3er lugar de Producto Innovador, y en el 2012 participaron en Mistura. Tras la aprobación de muchos paladares, no más pararon más.   

PERUAJÍSIMA

Si a la peruanidad le sumas el ingrediente más característico de su gastronomía, o sea el ají, etimológicamente obtendrías la palabra PERUAJÍSIMA. Denominación de la marca que comercializa ajíes en sobre, listos para consumirse en platillos y con snacks. El matrimonio del Perú con el ají, vende el concepto que cada salsa en su empaque, de mostrar no solo un paisaje peruano, sino que éste, debe ser la zona de origen del principal insumo de la salsa (por ejemplo, si el ají es de rocoto, el empaque es del Misti). Su eslogan dicta: “Cada salsa es una maravilla del país”. Si estos productos se exportan, ya sea por el nombre, paisajes y sabores, se estaría promoviendo el turismo. Todo es pensado y nada de casualidad. Como la variedad de sus salsas, que es la siguiente: Ají Charapita, Cocona y Culantro; Rocoto, Pimiento y Huacatay; Ají, Perejil y Culantro; Rocoto, Aceituna y Pecana; Rocoto, Cancha y Hierba Buena y Ají, Huacatay y Maní. 6 suculentas presentaciones, un solo sentir: la receta de casa.

IDILIO GOURMET

Nos referimos a las bases para cocina que preparan y comercializan, las cuales son mezclas preparadas sin aditivos, sin nada de colorantes ni saborizantes y elaboradas con ingredientes naturales. El nombre proviene  de la relación que el cocinero tiene con la labor de la cocina en sí. Es un idilio el nexo de amor y otros sentimientos que finalmente se reflejan en la sazón. Su eslogan “Cómplices de tu sentir en cocina” es debido a que este arte implica sacrificios pero que es recompensado con paladar complacido del comensal. La marca está en los zapatos de los cocineros, los entienden, por ello, los proveen de la facilidad -o mejor dicho- de la herramienta de la base de cocina, para conquistar el alma, el corazón y la barriga de quien saborea sus manjares. Sus bases están clasificadas de la siguiente manera: Bases Tradicionales (Base Rocoto, Base Ají Mirasol, Base Ají Panca y Base Ají Amarillo), Bases Criollas (Base Mariscos, Base Peruanita y Base Norteña) y Bases Internacionales (Salsa Pesto y Salsa Pomodoro). Es la línea desarrollada por ahora. Conforme pase el tiempo, habrá mayor diversificación. Actualmente sus clientes son prestigiosos hoteles y restaurantes del país. ¿Su secreto? Solo ellos tienen la receta.

CLIENTES

Comenzaron a proveer a un conocido hotel, el cual había dejado a su anterior proveedor de bases para cocina, debido a que DELINKATESSEN superó ampliamente en calidad a éste. Este fue el punto de quiebre. Y para seguir creciendo, tuvieron que sortear duras pruebas, siendo la más rigurosa la de completar 4 sabores, en el tiempo record de 2 semanas. Cuando escucharon el: “Ya, sí, queda” del chef del hotel, “el espíritu nos volvió al cuerpo” – me comenta Alfredo. Tres palabras benditas que le dieron un giro distinto al negocio; triplicándolo. Les abrió abundantes puertas. Porque para nadie es un secreto que entre 3 o 4 hoteles, cubren el 80% del mercado hotelero. ¿Qué seguía? Simple. La conquista de paladares foráneos. Los chef peruanos que regularmente asisten a eventos internacionales, han llevado a IDILIO a países como México, Uruguay y Chile, garantizándoles practicidad y sabor en su punto.

Soy un convencido de que la perfección (o el intento de ésta), solo puede ser encontrado en medio de un pajar de pasión. ‘Rebajar’ la cebolla, los grajos y cascaritas; hacer finita la textura con la tamizada, pertenece al feeling de cocina, y no al de la ingeniería de alimentos: “Antes queríamos estandarizar el sabor, sin embargo, con la experiencia aprendimos y entendimos que la cocina es un arte, una realidad cotidiana que se relaciona directamente con el feeling. Y como se sabe, los sentimientos no pueden estandarizarse” afirma Lizbeth. Hay que quitar de la cabeza que lo gourmet es costoso. Un plato de la abuela puede ser gourmet, ¿verdad? Porque su alta valoración sentimental la coloca en dicho concepto. “Hay sabores tatuados en el alma. El Perú es picante. Si hay que hacer un ranking, el ají amarillo debe ser el ají más usado, ya que con este puedes cocinar lo que se te da la gana, como en sopas, segundos, cebiches e incluso postres. No necesariamente pica, pero tiene personalidad y sabor al mismo tiempo” reflexiona Joan. De forma categórica, el ADN de la comida peruana es el ají. Si los incas ya sembraban maíz, papas y hierbas, su ají Uchucuta no se quedaba atrás. Dicen que la comida nos transporta al pasado, sin embargo, un buen bocado puede algo más. Algo que aún no sé con exactitud, pero que lo tengo en la punta de la lengua… Y voy saboreándolo, con gusto picante, por supuesto. 

Anacrónico Zeta

Analista, filósofo, opinólogo, crítico de cine. Todo sin certificar. Pilas de libros ocupan mi formación extra academicista. Egresado de comunicaciones de una universidad limeña que no me paga por mencionarla. Todo mi tiempo libre lo ocupo en recorrer Quilca y el pasaje 18 de Polvos Azules, buscando culturizarme con cine, literatura y otras artes. Casi nunca cargo un centavo para comprar algo, pero lo apunto en mi block adefesiero. Me gustan las buenas conversaciones con gente interesante, que te invita a debatir sobre algún tema sin pelear. Creo que un hombre no es lo que el cuadro meritorio le hizo creer en el colegio; “Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él” como dijo Jean-Paul Sartre.